lunes, 2 de febrero de 2015

Transparent: conócete a ti mismo



Bueno, pues hoy, a pesar de la falta de tiempo, me apetece dejarme caer por aquí para hablar de otra serie que he devorado en nada. Ya sé que llego tarde a la fiesta, pero así se la recuerdo a quienes (dudo que) la hayan olvidado.


La verdad es que cuando se empezó a hablar de Transparent en los blogs de series, me echó un poco para atrás la temática. ¿Qué iba a ser? ¿Una crítica social? ¿Una defensa de la diferencia? ¿Una nueva vuelta de tuerca a la familia disfuncional americana? Luego empezaron a llegar los reconocimientos, los premios y a mí me seguía dando pereza ponerme con ella...


No fue hasta terminar la estupenda Mozart in the Jungle (de la que tengo que hablar también por aquí, aunque resumiendo mucho diré: ¡no os la perdáis! ¡la realidad siempre supera a la ficción!) que me dije "me gusta el estilo Amazon a la hora de hacer series, habrá que darle una oportunidad a Jeffrey Tambor. Al fin y al cabo, ¡es Jeffrey Tambor!)" Y cuánto me alegro de haberlo hecho.


Como seguramente ya sabe todo el mundo, al menos si se está mínimante interesado por las series, Amazon se ha lanzado a la producción de su propia ficción y los episodios se pueden comprar de forma muy sencilla. Además, algunos pilotos están disponibles de forma gratuita, así que no tenemos excusa. En cuanto al argumento, es el siguiente: Morty Pfeffermann (J. Tambor) es un profesor de universidad jubilado que decide hacer pública su condición de transexual. Esto lógicamente afecta a su relación con quienes le rodean y, especialmente, con sus tres hijos adultos. 


Efectivamente, aunque es rápido de resumir, podría costarnos comprender los efectos que una bomba de esas características puede tener para el propio protagonista y su familia, que para empezar ya muy normal no es que fuera. Pero la serie lo consigue. Con creces. Lo interesante de esta apuesta de Amazon, que a la sazón sirvió de abanderada del gigante de Internet, es que, a pesar de la omnipresencia de Morty/Maura, los conflictos son externos a la propia Maura (que ya nos muestra durante una serie de flashbacks que nos llevan a los noventa cómo empezó su camino de autonocimiento) y esta "salida del armario" no es más que el detonante de algo que quizá ya estaba por llegar para el resto de personajes. 


La serie es valiente, sobre todo porque es capaz de tratar temas muy espinosos, desde la transexualidad o el divorcio hasta la eutanasia, con una delicadeza y un respeto encomiables. Sí, sus personajes son excéntricos y, en algún caso, inadaptados, pero están tratados con un gran cariño y una enorme empatía. El egoísmo de los hijos, con una agenda propia, bastante perdidos en una vida demasiado fácil y con unas actitudes que se ven alteradas/azuzadas por el ejemplo de su padre. El "calvario" de la exmujer, atada a un segundo marido en fase terminal de Alzheimer. Y la propia Maura, sensata y valiente, en un camino de autoaceptación y autodefensa que la lleva a la soledad. La dignidad que Tambor insufla a su personaje, lejos de cualquier histrionismo, es fundamental y no queda más que postrarse ante una interpretación brillantísima. Por último, no puedo dejar de destacar la banda sonora, con unos títulos de crédito maravillosos (¡esas fuentes!), que solo se ven alterados en el octavo episodio, el único que se desarrolla totalmente durante uno de los flashbacks que, en el resto de capítulos, se alternan con el presente. Un piano delicadísimo que se opone a los temas folk/pop con que se cierran los episodios.


La serie nos hace reir y nos hace pensar. Pero sobre todo, sobre todo, nos hace sentir. Y eso es muy bueno. Quién nos iba a decir años atrás que la ¿televisión? sería esto... Si Amazon ya me tenía ganada con los libros, ahora ya no tengo excusa para seguir viendo series. Y si en algún momento pudimos pensar que la serie podía tener poco recorrido, el camino de autodescubrimiento de los personajes y las cuestiones que se plantean de cara a una segunda temporada, con esa incómodisima escena final, resultan de lo más prometedores. Me quedo con muchas ganas de saber más de los Pfeffermann.




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