lunes, 26 de agosto de 2013

Bienvenidos al infierno

Hay series que todo el mundo conoce y que todo el mundo comenta. Son esas series oficialmente buenas, o que no lo son, pero que a saber por qué azar extraño, se ponen de moda. Cada vez que sale una noticia relacionada con una de estas series, ya sea el fichaje de un actor, la marcha de su creador, etc., las redes sociales arden con cientos de fans, encantados o indigados con el anuncio. De hecho, en ocasiones, la línea temporal de Twitter puede ser bastante cansina con este tipo de reacciones.

Luego tenemos esas series que tuvieron un efímero momento de fama y que, después, se han perdido en el anonimato y han seguido adelante, pero escondidas en la parrilla televisiva. Si fuera por el ruido que generan, diríamos que nadie las ve. Y, sin embargo, algunas pueden llegar a tener una vida bastante larga. En ocasiones, sus posibilidades de renovación o cancelación son una lotería, pero, a la postre, terminan haciéndose con unas cuantas temporadas, por increíble que pareciera.

Hell on Wheels pertenece a este último grupo. Es difícil hablar una serie que acaba de estrenar su tercera temporada sin caer en los infames espoilers, sobre todo teniendo en cuenta que el último episodio de su segunda temporada servía de algún modo de final definitivo de la serie (cuyo futuro entonces era bastante incierto) y que el episodio doble que se emitió hace un par de semanas servía de presentación de la nueva situación, reorganizando las fichas en el tablero.

Recuerdo que cuando comenzó, allá por 2011, creó bastante expectación, puesto que algunos la consideraban la heredera natural de una joya como Deadwood. Supongo que el problema de las expectativas es que son muy difíciles de mantener y rápidamente llegaron las críticas, algunas tan absurdamente injustificadas como que los nativos indios hablaran en inglés.

El argumento es relativamente sencillo: a mediados del siglo XIX, el exsoldado confederado Cullen Bohannon llega a Hell on Wheels, un poblado itinerante que se mueve con la construcción del primer ferrocarril que cruce Estados Unidos, mientras busca a los asesinos de su familia. El asentamiento es un hervidero de culturas e intereses enfrentados bajo el mando del empresario Thomas Durant, decidido a hacerse rico en la "conquista" del oeste.

Yo misma me sorprendo al defender una serie de un género que detesto: salvo contadas excepciones, los western suelen parecerme obsoletos y aburridos. Además, esta serie está lejos de la perfección. En ocasiones hay unas elipsis difícilmente justificables con el guión, que hace malabares para llegar a donde quiere. Sin embargo, yo que suelo tener bastante poca paciencia, he seguido con ella y se me ocurren dos motivos: por un lado, en la serie pasan cosas, la trama avanza con ritmo y resulta creíble (de hecho, es una de las series más crueles que he visto en mucho tiempo; aquí, amigos míos, la gente muere). Por otro, la fotografía es estupenda y la serie resulta un regalo para la vista. Los paisajes son magníficos y el cgi está bastante bien integrado (recordemos que los presupuestos son limitados).

Me da un poco de pena que AMC no haya tenido más suerte con esta serie. Sin ser Mad Men, creo que tiene un buen nivel de calidad y me habría gustado que la viera más gente. Ahora que acaba de empezar la nueva temporada, me parece un buen momento para descubrirla y, si la dejásteis aparcada, para darle una nueva oportunidad. Además, más de la mitad de los personajes están como una cabra. Y eso siempre es un plus.




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